Es la hora de ir a dormir y tu hijo se va a la cama, le das las buenas noches y luego… ¿el niño duerme profunda y relajadamente durante toda la noche o acaba despertándose varias veces y viniendo a tu cama?
Contents
Crea un refugio acogedor
Los niños son seres mucho más sensibles que la mayoría de los adultos, y por lo tanto notan más las energías del ambiente en el que se encuentran. Así pues, su hábito de sueño es un claro indicador del grado de comodidad de su dormitorio.
Sabiendo esto, ¿hacemos “magia”? Vamos a crear un refugio acogedor con un buen flujo de energía maravillosa que fomente una buena noche de sueño reparador.

El cabecero
En primer lugar, la cama del niño siempre debe tener un cabecero. Dicho esto, lo situaremos contra una pared sólida para construir así un apoyo y generar más estabilidad. Evitaremos colocar la cama en alineación directa con la puerta de entrada a la habitación.

Aparatos eléctricos
Los aparatos eléctricos crean campos electromagnéticos que pueden agotar la energía, haciendo sentir a tu hijo más cansado de lo habitual o bien perturbando su descanso. Así pues, cuantos menos ordenadores, lámparas, relojes, tabletas y demás tengas en su dormitorio, ¡mucho mejor!
Todo bien ordenado
El orden y la limpieza evitan que se estanque la energía y se impida el sueño. Cada cosa en su lugar y un lugar para cada cosa. Esa sería la frase que podría definir como almacenar todo en una habitación. Procura revisar por lo menos una vez al año (si puedes dos veces, mejor) toda la ropa y juguetes que se encuentran en el dormitorio. Una vez hecha la revisión haremos la selección de lo que realmente necesitamos (y que se encuentra en buen estado) que se quede y aquello de lo cual vamos a desprendernos, para poder así vaciar lo superfluo.
Un detalle muy importante a tener en cuenta es que no debemos usar la parte inferior de la cama como lugar de almacenamiento, pues esto crea un estancamiento de la energía y la consiguiente interrupción del sueño.

Los colores del dormitorio
Evita los colores cálidos, vivos y brillantes, tales como los rojos intensos, los rosas y los naranjas fuertes, ya que generan mucha energía (yang) y dificultan la conciliación del sueño. En su lugar opta por los colores pastel para crear un ambiente armonioso y muy relajado. Escogiendo estos colores estarás construyendo un templo de paz para tu pequeño.
¡Has creado un dormitorio feliz!
Evita colgar espejos en el dormitorio tu hijo, pues son demasiado activos (Yang) y pueden dificultar la conciliación correcta del sueño. En su lugar, cuelga una foto de vuestra familia donde se muestre una imagen de felicidad, o una foto de tu mascota. Todo este conjunto favorecerá la creación de sentimientos positivos y una sensación de felicidad y seguridad inundará la habitación de tu pequeño.
Siguiente Artículo